1- De Rossi a Japrisot.
Las tres
novelas que Sébastien Japrisot publicó en la década de los 60 supusieron una de
las aportaciones más personales e innovadoras de la narrativa francesa al
policíaco. Su trabajo experimentaba con la forma y los mecanismos específicos
del género de una manera que conectaba en muchos aspectos con los intereses y
la emergente sensibilidad de la que sería recordada como una de las etapas más
convulsas, social y culturalmente hablando, del pasado siglo. Consciente o
inconscientemente, mediante el uso de técnicas como la fragmentación y la
multiplicidad de los puntos de vista, y la elaboración de un discurso en torno
a lo inaprensible de la propia identidad, Japrisot desarrolló una obra que
compartía algunos de los planteamientos de las teorías estructuralistas y de la
nouveau roman, adaptados
convincentemente al género, al tiempo que elaboraba un estilo y un universo
temático marcadamente propio.
Nacido
Jean-Baptiste Rossi el 4 de julio de 1931, en Marsella, el autor obtuvo un
éxito prematuro a la edad de dieciocho años con su primera novela Les Mal-partis (1950), a la que seguiría
el mismo año Visages de l’amour et de la
haine. Durante el resto de la década de los 50, se dedicó a la traducción
de autores anglosajones (J.D. Salinger, entre otros) y a trabajar en agencias
de publicidad, llegando a dirigir campañas para Air France y Max Factor. Como su
principal interés había sido siempre el de hacer cine, escribió y dirigió dos
cortometrajes: La machine à parler
d’amour (1961) y L’idée fixe
(1962). Tras esta experiencia, se vio con problemas económicos, al deber una
considerable suma de dinero en impuestos atrasados. Con la intención de
ayudarlo a salir del apuro, su amigo Robert Kanters, que entonces dirigía la
colección Crime-club de la editorial Denoël, le pagó un buen adelanto para que
escribiese una novela policíaca. Fue entonces cuando Rossi decidió utilizar un anagrama
de su auténtico nombre, convirtiéndose en Sébastien Japrisot.