![]() |
Dos sencillas
líneas de diálogo, dichas por Harry Jordan y Helen Meredith la segunda noche
que salen a beber juntos, exponen con crudeza la esencia de ambos personajes,
al tiempo que definen la que va a ser su relación sentimental:
“–No soy más que un fracasado en la vida, Helen. ¿Eso tiene alguna
importancia para ti?
–No. Nada tiene importancia para mí” (Willeford 1955:18).
El día
anterior, ella ha entrado en la cafetería donde él trabajaba. Después de tomar
un café, le ha confesado que no tiene dinero; acaba de llegar a San Francisco,
tan borracha que no recuerda si lo ha hecho en tren o en autobús, y la maleta
con su monedero se debe de haber quedado en alguna parte. Harry justo acaba de
terminar su turno y está a punto de salir. Paga la consumición de Helen y la
invita a tomar una copa. Encuentran su maleta, aunque no su monedero, y a
continuación Harry se asegura de que la chica tome una habitación de hotel para
pasar la noche y no se gaste los pocos dólares que le ha podido prestar en más
bebida. Ya solo en la
calle, piensa que Helen
“Era la mujer más atractiva que había conocido en años. Había una
cualidad en ella que me atraía. El hecho de que fuese una alcohólica no
significaba nada para mí. En cierto modo, yo mismo era un alcohólico. No le
asustaba admitir que era una borracha, era bien consciente de ello, y no tenía
ninguna intención de dejar de beber” (Willeford 1955:8).